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jueves, 14 de mayo de 2009

Discurso de la Corona de Demóstoles

“Atenienses [resumo tb, chapuceramente, de memoria], pienso que lo peor que os pasa en la cuestión [de defenderos] de Filipo es lo mejor: porque si no pudierais, eso sería lo verdaderamente peligroso, pero ¡es que podéis! Y ahora lo peor que os sucede es que no os ponéis a ello, y cada uno espera que sea el [su] vecino quien tome la iniciativa de enfrentarse…

¡..No!: que cada uno se sienta responsable de su propia causa y reaccione y se resuelva a oponerse por sí mismo a las intrigas y seducciones de Filipo. Pues todos juntos y resueltos podéis luchar contra él (y esto es lo bueno que tenéis), pero si no reaccionáis, ¿de qué os sirve?”

Filipo de Macedonia fomentaba, desde fuera, entre la clase política ateniense la DISGREGACIÓN, mediante una política de promesas, intimidación y sobornos para tener a todos a su merced y que no ofreciesen demasiada resistencia a su proyectada ocupación del Ática, como en realidad sucedió. La elocuencia de Demóstenes no tuvo ya ninguna eficacia en una sociedad entregada al nuevo “talante” creado por los agentes de Filipo.

Igual que entonces todo fue inútil, también ahora, pues el razonamiento de Demóstenes es en la práctica falso aunque sea de sentido común. El sentido común no funciona en el orden de las grandes masas, sino que la inteligencia baja hasta el nivel más bajo del menos inteligente y la agresividad o el miedo, según proceda, se incrementan hasta el nivel del más agresivo o miedoso.

Con el grupo no valen razonamientos, o sólo valen antes de sobrepasar un umbral de tolerancia. Y este umbral, entonces como ahora, ha sido sobrepasado ampliamente por los atenienses y por los estepaisanos.

Lo peor es que ahora no se trata (en apariencia) de un autócrata extranjero contra el Estado, como en tiempos de Hitler, sino de un poder destructivo emergente de la misma dinámica política estepaisana, funcionando como una “ley” física o química. El problema que nos afecta se halla organizado por sí mismo, lo mismo que la transmisión de las epidemias o la instauración de las endemias. Y funciona con una intención y unas estrategias que engañan y atrapan a los ciudadanos, aunque no haya que atribuirlas necesariamente a ninguna clase de seres personales…

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