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viernes, 17 de octubre de 2008

Sobre "marsismo" y oportunismos varios

El PSOE se moderó un poquito (al menos en lo teórico) tras su acceso al poder, ya que la experiencia es un grado. Paso algunos ejemplos de aquella moderación:
En las Conversaciones de Jávea (I .“El futuro del socialismo”. Sistema. Madrid, 1986): se destaca que, al hacerse inviable el keynesianismo, que era un modo de encauzar el socialismo, deberían haberse planteado la desaparición de la propiedad privada; pero añaden que no debe hacerse así, porque hay que resolver la crisis y porque cabe aceptar la propiedad privada relativizando sus resultados. De ahí que ya se pronuncien en contra de la tradicional nacionalización de la banca, porque hoy es preferible considerar los beneficios de la banca como fondos públicos, sin necesidad de efectuar expropiaciones. Reconocen que han de adaptarse a la situación del momento, pero precisan que esas adaptaciones no siempre tendrán que ser en el sentido de una mayor liberalización, sino también hacia una mayor colectivización económica, como ocurrió en los años 70.
Más tarde y ya como doctrina del Partido, publican el Programa 2000, (“Evolución y crisis de la ideología de izquierdas”. Ed. Pablo Iglesias. Madrid, 1988) en el cual señalan como causas por las que necesitan cambiar sus clásicos planteamientos, de un lado, el avance arrollador del neoliberalismo, y de otro el fracaso del llamado “socialismo real” de Europa del Este. A pesar de lo cual se reafirman las “tesis mínimas” del materialismo histórico marxista (dependencia social de los medios de producción y génesis de las desigualdades por el funcionamiento del sistema productivo). Y nos aclaran los angelitos que sus críticas a fórmulas marxistas concretas son coyunturales; añadiendo que la necesidad de rechazarlas, no significa que hayan de ser abandonadas definitivamente sino sólo mientras estemos en la presente situación socioeconómica,
En todo caso, aun después de la caída del muro de Berlín en el Congreso 32º, se sigue estableciendo el objetivo de “un creciente control sobre los intereses económicos y financieros”.
De modo que siendo cierto que tienen aparcados sus tradicionales objetivos de propiedad colectiva de los medios de producción para sustituir a la privada, como han demostrado en la práctica, subsiste en el socialismo patrio (patrio por la mayoría de sus votantes, al menos) una tendencia hacia el control social de la propiedad (que significa realmente control político; aclaremos que el control social es el de la “sociedad entera”) y hacia fórmulas que permitan resultados equivalentes a los de la propiedad colectiva social y que pueden ser compatibles con la situación. Y también ha de tenerse en cuenta, para valora el exacto alcance de sus actuales cambios que esas renuncias no las consideran definitivas, sino exigidas por las circunstancias del momento en que se vive, previendo como posible que sucesivas adaptaciones deban ser hechas en sentido antiliberal.
La diferencia en este punto entre las principales formaciones de izquierdas y derechas ya no es la radical del pasado (de hace 30 agnos). Pero ahí subsiste alguna característica que, cuando menos tendencialmente, distingue a las dos fuerzas políticas, como la escuela (mejor no hablo de la sanidad). Y una posibilidad que ellos no descartan, de volver a diferencias más conformes con su pasado.
Y no hablo de la izquierda comunista, la cual, aunque haya debido adaptarse al esquema neoliberal en que vivimos se conserva más próxima a las tesis marxistas clásicas. Y ello refuerza la idea de que a día de hoy subsiste como auténtica nota diferencial de la Izquierda, su propensión hacia fórmulas de propiedad socializada o “pública” [SIC].
Tributación, déficit público, deuda pública abultada, el recurso a la máquina de imprimir billetes cuando lo hubo, son modos de socializar la economía, al margen de toda consideración de justicia, detrayendo recursos del sector privado a favor del público, es decir, del control de los políticos. Son políticas de izquierda. El porcentaje de la riqueza nacional manejado por los políticos, es muchísimo mayor cuando el PSOE abandona el poder que cuando lo toma en los 80. Eso es socialización, y es lo contrario de lo que hizo Rato en 1996-2004.
Con éstas y otras políticas similares que podríamos señalar (Cajas de ahorro, Banca privada, eliminación de mecanismos objetivos de control al gobierno o al acceso al funcionariado, tasas de personas empeladas en el sector público respecto del total de la población, politización del poder judicial, intervención/nacionalización del sector eléctrico, de la enseñanza.. sin que los gobiernos peperos se hayan privado de aprovechar muchas de estas acciones), aunque el estado y sus políticos no asuma más propiedades, adquiere facultades parecidas a las de la propiedad sobre los respectivos sectores. A efectos de “socialización”, son pasos de resultado no muy distinto a los de la nacionalización.
Lo dijo una vez Felipe González, por aquel tiempo en que viajó a China y nos contó la frase del “gato negro, gato blanco, qué más da si caza ratones”; porque añadió: “¿Para qué quiero yo nacionalizar la Banca si puedo consefguir lo mismo por otros medios?”